Los pliegues de la sábana bajera de tu cama se me hacen cuchillas en la espalda.
Que es tu cama y no la mía porque se escribe en femenino.
No sangro,
peró sé que rasgan los sueños rotos
de quien sin paciencia espera que regreses por la noche,
a vueltas con la vida y el celo en un beso.
Cada tira de mi piel ajada por el verano loco
se me hacen canales navegables de recuerdos
y en las arrugas de mi frente y ojos
se columpian divertidos
ecos
de
gozo.
No tardes que aún te espero.
2
Se encienden las estrellas tocando el suelo de la city
a falta de farolas que cuelguen del cielo,
y en los horizontes de tu cama
se pone de moda el vello de punta
embalando balas de plata.
La luna lee los versos de tu piel
mientras respiras en cuartetos.
Aún así prefiero aguardar en las esquinas de silencio,
a
que
despiertes.
3
Horas antes
había llegado a los albores del muro
de verdades disipadas a gemidos
con los graffitis de labios entreabiertos,
en donde
NO
gustan los lazos que (m’)atan,
porque siempre preferí palacios-jaula con las puertas bien abiertas
que es donde mejor florecen
los ratitos de standby,
sin cigarrillo de después
y
durante mucho rato
respirar
en
vez
de
hablar.
Antes de cerrar la puerta
me dijo:
«No escribas
sobre
la dependencia tóxica de amar».
No la entendí
y seguí escribiendo
de más.
Colgado de una nube
a treinta centímetros
del suelo.
Echando de menos.
5
Me encuentras
sembrando las camas de espera de momentos encontrados
que dan paso
a la soledad,
que no es otra cosa que la egoísta ausencia de presencias
que me mira
con las cuentas sin cuadrar:
somos dos,
resto uno,
queda ninguno.
¿Tú lo entiendes?
6
En vano
te retengo con el frenesí de los minutos robados al planning diario de tu agenda
y cuando marchas
ya no sé si huyes
o te vas,
sonriendo desde la frontera de la puerta.
Es entonces cuando
construyo barricadas de páginas
con las palabras divididas
en listados de momentos
a las fotos requisadas,
para defenderme
a diario
del secuestro de tu risa.
Hoy ,aún me arropo con las sábanas divertidas
que me hacen de paraguas
en mitad de la tormenta.
7
Vadeo el río de tu memoria
con las manos en alto
empapándome de latidos de domingos traicioneros
que es cuando más me (des)canso
en la lluvia que cae hacia arriba,
transpirando.
8
Curiosa se asoma la luna al borde del vaso a besar el rubí
todas las noches de espanto que tengo cuando creo que no vas a venir y es entonces cuando apuro el trago vencido de espera
con el deseo encendido de volver a abrir
la puerta que llama a deshoras
y
no oye
que ayer
pusiste
FIN.
*
Quizá mañana todo sea diferente sin cambiar nada.
Quizá hoy el mundo cuelga boca abajo.
9
Ardo en el infierno del hueco que dejas a diario en la estepa de algodón entre mis dedos
con el vértigo encendido
y
la gravedad que nos atrae
desafiando
ir a la caza de minutos
compartidos.
10
Sé que un día
perdí la cuenta de las horas
al encontrar
la paz enarbolada
de una sonrisa abierta
en los granos infinitos
de un reloj de arena.
Desde entonces,
no sé contar las esperas.
11
Siento la cornisa traicionera
de tus labios en los míos
sazonados en el agua de este río
que es la espera.
Y en descuento de rebajas
los minutos que no llegan
finalistas a la meta
de un triunfo
que nos funda
en tu arco.
¡Yo soy flecha!
Corazón.
Diana.
Apunto.
12
Bosteza la cama las horas de calma
en el remanso del parnaso bajo la almohada,
que es donde moran las musas revoltosas
a falta de tu acicalada cintura.
Y ensartan los versos de tu pelo áureo,
hoy,
cuando tú no estás,
para pintarlos carmesí que
son los renglones que escribo torcidos, como mi vida,
cuando tú no estás.
13
Había pensado que tu ausencia durara menos que abrir un regalo.
Que cabalgar por tu cabello entre mis dedos no tuviera rienda ni freno
al deshacer las eses hasta el eco largo de la i
y cerrar cada momento
como hacen las estrofas, los poemas, los libros, la vida :
alcanzado el momento,
llegar
al
Punto.
14
… disparé besos al cielo
y cayeron versos encendidos sobre mi piel
para apagar mi sed…
15
… y te busqué en las cuatro esquinas
siguiendo el rastro cual perro perdido en un día de lluvia otoñal
anhelando atarme a tu lengua
o
estrellarme en tu boca
fresca,
limpia,
gozosa.
16
Desnudaré mi alma de palabras ante un espejo de papel
para correr en tinta
las líneas que reflejan tu rostro
cuando acarician las estrellas.
17
No me gusta danzar al son de las horas abisales de tu ausencia,
encaramado en la cresta del pliegue del tejido
que sustenta mis espaldas
y
literalmente colgado
de ti,
en el vacío
suspendido
en
espera de recuperarte
en la próxima
convocatoria
sin hora señalada,
para diluir tu nombre, intenso, de momentos infinitos.
18
SOY
marinero en tierra de aguas profundas,
navegante de desiertos en flor,
que oscila
entre
el exilio de tu piel por horas y
la ínsula de tus caderas conquistada.
Náufrago en tus aromas.
VOZ
19
En primera persona te diría que en tu ausencia aún se mantiene enaltecido tu dulce gesto,
que por más que cruces los dedos la suerte esquiva no sonríe desde la próxima esquina,
o que el aire que peina mis pestañas no me deja ver el vuelo de sirenas
que alertan tu llegada, ni oír los besos de espinas que se atraviesan en el “¡adiós!”.
Y sigo soñando que la vida es cruel de apartarme de tu lado para dejarme reclinado en un hoy soy todo lo que soy y no es poco.
Y fuera llueve.
Y hace frío.
20
Buscaré quién clave mis alas negras en el asfalto
a la espera de no cruzar límites níveos prohibidos.
Traeré clavos en mis manos
para dejarlo todo atado,
en espera que golpees con tus besos las cabezas aceradas
y
sujetes mi costado al otro lado de la línea.
Siempre en el filo,
esperando hundir en lo profundo.
Porque no sé hacerlo de otra forma, que sea
ir yendo
s o l o ,
h i r i e n d o,
hiriendo(te),
hiriendo(me).
Ya no quedan paraísos a tu abrigo, ni infiernos que deleiten. En mi bolsillo una hoja mal doblada en calendario, como una puñalada, me recuerda los 14 de febrero y 364 más.
Afuera sigue haciendo frío. Dentro, más.
21
Háblame de cicatrices que no duelen,
De rocas que chillan,
O de hasta mañanas con los ojos entornados
Y
No me cierres la puerta cuando marches
Que me gusta ver llegar
El fin del mundo
A cara descubierta.
22
Se coló furtiva Primavera entre las sábanas para calentar al solitario Invierno y devorarse eternamente atando las ganas y el deseo.
23
Y me asomo a tus ojos como quien se acerca a un atril que sostiene un libro lleno de vida, dispuesto a leerte toda.
24
Acribillaré
tus labios
con versos,
sangrando palabras prohibidas
en el encuentro.
25
Busco tu adicción
a llenar mi vida medio vacía
para beberla a sorbos y a tragos
entre los dos con las manos
y que no pase de largo,
vida mía.
26
Esas líneas tachadas que permanecen en el poemario
son el vórtice de minutos que dibujan un bosque de ausencias apiladas
en palabras viajeras que transitan
de tu recuerdo a mi mano,
de tu eco a mi boca,
de tu lamido a mi herida,
de ti
a mí,
dibujas:
A
L
M
A
.
Esas líneas tachadas en mis manos que son las rayas de la vida.
27
Llueve. Llueve mansamente sobre los campos de tu piel,
y mil alfileres se clavan hasta lograr estremecerte.
Empapando la memoria de tus risas,
de quejidos y deseos,
que son tan tuyos como míos,
pues el eco en que se mecen
pertenecen a nuestros momentos compartidos.
Humedad de sueños que asoma
en tus ojos
las ganas de cobrarte el tiempo
que te has ido.
Las ganas de,
las ganas.
28
La palma de mi mano plancha el hueco frío del colchón
donde dejaste a modo de post-it «hasta luego»,
escrito en los pliegues.
Garabatean los ecos
el despliegue de tu risa en mi cabeza,
insonora al exterior,
para que espere un poco más
a enfundarnos la dermis de poros abiertos en los ratos en que coinciden
los días sin sol o
las tardes sin lunas,
porque lo que arrastro ahora es
la vida sin sal,
ida
sin
ton,
ni
son.
La palma de mi mano plancha letras tras la piel y se quema.
29
Cliqueé las noches con versos de piel
a la espera de beber los tragos
de tus labios
eXtasiados
de poder
oler las estrellas
bailando con luceros
y
saber sin duda
que surfear la Ñ de maÑana
doblará la esquina
para pasar inadvertida y
de puntillas
en tu vida.
30
Amar es acto. El Acto. De uno . De dos. O más.
En el mejor de los casos la prenda con que me visto los días. Piel y besos.
31
El semáforo rojo de tus labios
invita a saltarlo cuantas veces te apetezca,
porque es retrato fresco
que quiebra el talento desde el ángulo nadir de nuestro encuentro.
Múltame.
32
Pernocto en tus quiebros de dudas, y duele.
Pedregales enquistados en nuestros pagos que amansan la zozobra de los sueños rotos,
aquellos que fueron lanzados al sol del Al-Andalus,
y que cauterizan y queman la herida roja de tiro con arco,
en la diana por donde escapa
el duende maldito en tu pelo.
33
De la boca
al deseo,
palabras y gestos.
De la tuya a la mía,
De la mía a la tuya.
34
Porté en las manos abiertas
Un sueño despierto
Escrito en un libro,
De versos invertidos,
Conexos,
Senti_2.
Y su luz me hizo sombra, y al margen anoté el deseo de tus números
Con alas abiertas,
En tu vientre.
Despierto.
35
La vida prendiendo en un suspiro,
contigo
o
sin ti,
encima del colchón vestida de domingo para entrar a matar,
esperando a que suceda lo inefable
y que el tiempo ate en cada esquina de tu boca
mis deseos,
tus anhelos,
enterrando los segundos del reloj de arena
en este ruedo que es cuadrado irregular
de espacio
y tiempo,
para seguir continuando
plega2 en la gravedad de nuestra curvatura relativa.
Seguimos siendo estados vibracionales pendientes de medir la intensidad.
Vaivén.